No se puede

Es 25 de abril, cuando pasen 250 días habrá terminado el año. No se puede, lo siento pero no. No se puede bajar los impuestos y garantizar y mantener servicios públicos y prestaciones sociales de calidad. Así es, la desaparición o la bajada masiva e indiscriminada de impuestos, en primer lugar, a quien beneficia exclusivamente es a quienes no necesitan los servicios públicos para vivir, para vivir muy bien, es decir, a las clases altas. En segundo lugar, gran parte de la llamada clase media lo es porque tiene garantizados estos servicios, pero el día en que tenga que costeárselos de forma privada es muy probable que deje de pertenecer a esa llamada clase media. Y por último, las clases más bajas sufrirán un importantísimo deterioro de su calidad de vida al no poder cubrir, ni pública ni privadamente, necesidades tan básicas, como la salud o la educación. O sea, los servicios públicos o se afrontan de forma colectiva o de manera individual es imposible. Por tanto, reclamemos justicia fiscal, proporcional a lo que se tiene y a lo que se percibe, para evitar la desigualdad y repudiemos a quienes despilfarran o roban el dinero público recaudado pero no nos dejemos embaucar por trileros y encantadores de serpientes, sobre todo si son venenosas. Además, tampoco podemos olvidar que incluso quienes ahora prometen reducir los impuestos puede que luego no lo hagan. Recordemos las palabras de Mariano Rajoy en el Congreso cuando, siendo presidente del Gobierno, dijo más ancho que pancho aquello de: “dije que iba a bajar los impuestos y los he subido”, y que conste que ni siquiera, a la vista de su política de recortes, fue para garantizar el buen funcionamiento de los servicios públicos, al revés. Ni nos engañemos ni dejemos que nos engañen, lo que debería enorgullecer a un país es la igualdad de oportunidades que garantizan unos servicios públicos de calidad y no quienes cuelgan banderas en los balcones con la misma mano que abren cuentas en paraísos fiscales para evadir impuestos.