Un lunes

Es 27 de febrero. Dentro de 307 días terminará el año. Todo comenzó un lunes. Se conocieron haciendo cola uno detrás del otro, desde las 7 de la mañana hasta las 12 del mediodía, para sacar las entradas del concierto del año. El frío de Madrid, el aburrimiento y cinco horas de convivencia forzosa unen mucho y dan para mucho. El martes, así, casi sin comerlo ni beberlo, quedaron para cenar en el restaurante al que él solía ir siempre que tenía algo importante que celebrar. El miércoles, día del espectador, tocó peli y de las buenas: director con nombre impronunciable y reparto de cine. El jueves, al teatro, la gran dama de la escena volvía a subirse a las tablas tras varios años de retiro que, según las malas lenguas, y las buenas también, había aprovechado para pasar por el taller. El viernes disfrutaron del que, sin duda, fue, según público y crítica, el mejor concierto del grupo desde que volvieron a tocar juntos tras intentonas poco exitosas de carreras en solitario. El sábado, sabadete, lo pasaron holgazaneando y retozando en casa de ella, película, sofá, cervezas, sofá, comida basura, sofá... El domingo, almuerzo en la sierra en uno de esos lugares con encanto del que volvieron realmente encantados. A la mañana siguiente, despertaron uno al lado del otro y se levantaron temprano para ir a trabajar. No hizo falta que ninguno de los dos dijera ni media palabra. Se despidieron en silencio con solo un beso en la boca, junto a la boca del metro de Callao. Y ya. Todo acabó un lunes.

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