El naricísimo

Es 11 de julio. Quedan 173 días para que finalice el año. “Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado. Érase un reloj de sol mal encarado, érase un alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado. Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce tribus de narices era. Érase un naricísimo infinito, muchísima nariz, nariz tan fiera, que en la cara de Anás fuera delito”. ¡Toma ya!, pues bien, esa nariz y ese hombre naricísimo, que no es otro que Luis de Góngora, hoy cumplirían 457 años y, por supuesto, el autor de estos lindos y cariñosos versos no es otro que su “querido amigo” Francisco de Quevedo, al que Góngora llamaba “Quebebo”. No sé, pero me da a mí en la nariz que estos dos no se llevaban muy bien.

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