Andrea y Carlos

Es 28 de septiembre. Dentro de 94 días terminará el año. Andrea, de origen griego, se utiliza tanto para mujer como para hombre y significa valiente y de gran belleza. Son personas de carácter noble y emotivo. Les gusta escuchar y ayudar a los demás. Son reservadas y a la vez eufóricas y algo testarudas. Carlos, de origen germánico, significa hombre fuerte y viril. Los Carlos son creativos, sociables y carismáticos. Son leales, honestos, cariñosos y un poco iracundos. Nuestra Andrea estudia el Grado de Nanociencias y Nanotecnología en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es una persona curiosa, con capacidad de observación, habilidad deductiva, capacidad de razonamiento lógico y de comprensión abstracta. Es analítica, disciplinada y cabezota, muy cabezota. Tiene un cerebro que no le cabe en el cráneo y un corazón que no le cabe en el pecho. Nuestro Carlos se apartó de la tradición familiar que le llevaba derecho a la cirugía y terminó cambiando el bisturí por los pinceles en la Facultad de Bellas Artes de Madrid. Es una persona sensible, imaginativa, innovadora, con sentido estético y habilidad manual y técnica. Es corazón y cerebro, casi, casi al cincuenta por cierto. Ese pequeño porcentaje que le falta para completar el cien por cien es hígado, un hígado que le lleva a veces a perder los nervios y, en ocasiones, los papeles. En el mundo hay millones de Andreas, hombres y mujeres, y miles y miles de Carlos están repartidos por el planeta. Pero, quién sabe, quizá fueran nuestra Andrea y nuestro Carlos los que aquel 28 de julio de 2016 quedaron unidos por el amor para siempre jamás. O quizá no.

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