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Que no
Es 27 de febrero. Quedan 306 días para que finalice el año. Tengo una llamada perdida de Mariano Rajoy. No ha dejado mensaje pero supongo que será por la vacante que deja Luis de Guindos en el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y en el Consejo de Ministros. Tengo que reconocer que la idea me tienta pero no, no puedo aceptar. No quiero tener que apoyar a Soraya Sáenz de Santamaría en la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. No puedo asentir mientras Fátima Báñez afirma que las pensiones en nuestro país no han perdido poder adquisitivo. No quiero ir de la mano de Íñigo de la Serna al rescate con dinero público de las autopistas de peaje en quiebra. No quiero tener que ayudar a Cristóbal Montoro a sacar adelante unos presupuestos generales injustos e insolidarios. No quiero defender a Isabel Tejerina ante una posible reprobación por sus intereses en el sector de los fertilizantes. No puedo entender el impuesto al sol de Álvaro Nadal en un país como España. No puedo dejar de sonrojarme cuando Dolors Montserrat dice que la salida de la crisis tiene cara de mujer. No quiero estar con Juan Ignacio Zoido cuando tenga que capear un nuevo temporal. No quiero codearme con Mª Dolores de Cospedal y sus finiquitos en diferido en forma de simulación. No puedo respaldar el modelo lingüístico que Íñigo Méndez de Vigo trata de implantar en Cataluña. No quiero estar cuando Alfonso Dastis siga haciendo oídos sordos a medidas que tratan de proteger a activistas de defensa de los derechos humanos. No puedo tener nada que ver con el ministro de Justicia Rafael Català, primer ministro de la democracia reprobado por el pleno del Congreso por “obstaculizar la acción de la Justicia en las causas judiciales por delitos relacionados con la corrupción”. Vamos, que mi respuesta es NO. No quiero compartir ni su mesa ni su gobierno. Ahora mismo le mando un whatsapp y le digo que no, que qué se cree, que no sabe con quién está hablando. Que yo soy una persona seria y honesta. Que yo soy un ser humano y tengo sentimientos, ¿o era al revés?
Es 27 de febrero. Quedan 306 días para que finalice el año. Tengo una llamada perdida de Mariano Rajoy. No ha dejado mensaje pero supongo que será por la vacante que deja Luis de Guindos en el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y en el Consejo de Ministros. Tengo que reconocer que la idea me tienta pero no, no puedo aceptar. No quiero tener que apoyar a Soraya Sáenz de Santamaría en la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. No puedo asentir mientras Fátima Báñez afirma que las pensiones en nuestro país no han perdido poder adquisitivo. No quiero ir de la mano de Íñigo de la Serna al rescate con dinero público de las autopistas de peaje en quiebra. No quiero tener que ayudar a Cristóbal Montoro a sacar adelante unos presupuestos generales injustos e insolidarios. No quiero defender a Isabel Tejerina ante una posible reprobación por sus intereses en el sector de los fertilizantes. No puedo entender el impuesto al sol de Álvaro Nadal en un país como España. No puedo dejar de sonrojarme cuando Dolors Montserrat dice que la salida de la crisis tiene cara de mujer. No quiero estar con Juan Ignacio Zoido cuando tenga que capear un nuevo temporal. No quiero codearme con Mª Dolores de Cospedal y sus finiquitos en diferido en forma de simulación. No puedo respaldar el modelo lingüístico que Íñigo Méndez de Vigo trata de implantar en Cataluña. No quiero estar cuando Alfonso Dastis siga haciendo oídos sordos a medidas que tratan de proteger a activistas de defensa de los derechos humanos. No puedo tener nada que ver con el ministro de Justicia Rafael Català, primer ministro de la democracia reprobado por el pleno del Congreso por “obstaculizar la acción de la Justicia en las causas judiciales por delitos relacionados con la corrupción”. Vamos, que mi respuesta es NO. No quiero compartir ni su mesa ni su gobierno. Ahora mismo le mando un whatsapp y le digo que no, que qué se cree, que no sabe con quién está hablando. Que yo soy una persona seria y honesta. Que yo soy un ser humano y tengo sentimientos, ¿o era al revés?
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