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Pensar mejor
Es 7 de febrero, cuando pasen 327 días habrá terminado el año. Hay algunos hábitos que, según los expertos, pueden ayudarnos a pensar mejor: caminar porque crea nuevas conexiones neuronales; escribir porque ayuda a reflexionar; leer porque mantiene el cerebro en forma y aumenta la empatía y la inteligencia; pasar tiempo a solas porque nos permite desconectar, centrarnos en nuestros pensamientos y estimular nuestra creatividad; tener un horario porque reduce el estrés, ayuda a definir objetivos y a evaluar nuestro día a día; darse algún que otro pequeño placer porque libera tensiones y energías negativas; descansar porque incrementa la productividad y mejora la atención; y dialogar porque nos sirve para poner a prueba y en claro nuestras ideas, ayuda a aprender a olvidar los prejuicios, a escuchar y a alcanzar resultados. Dicho esto, me permito proponer un plan de domingo al señor Casado. A las 8 de la mañana en pie para tomar un buen desayuno en compañía de un buen libro. Sobre las 10,00 horas, paseo en solitario. A las 13,00 horas, llegada la hora del aperitivo, un buen vino o cerveza, con o sin, o un vermú con un pincho de tortilla de Betanzos, melosa y de textura casi líquida, un auténtico placer para los sentidos. 14,30 horas, comida con amigos o con familia o con amigos y familia pero siempre con sobremesa. Luego siesta dominguera y una vez descansado, a poner negro sobre blanco las reflexiones, ideas o pensamientos del día. Y por supuesto, durante todo el día charlar, conversar, debatir, hablar con los demás y consigo mismo, dialogar. Sí, dialogar porque pensadores clásicos griegos, como Sócrates, ya consideraban que esta era la forma más adecuada de defender las ideas, de contrastarlas y de intentar llegar a una conclusión y Platón, con este mismo espíritu, utilizó el diálogo en sus obras como método para acercarse a la verdad. Claro, todo esto es por si lo que quiere el señor Casado es pensar mejor, si lo que quiere es crispar e incendiar, nada como ir el domingo a la Plaza de Colón de Madrid con sus compañeros de farra.
Es 7 de febrero, cuando pasen 327 días habrá terminado el año. Hay algunos hábitos que, según los expertos, pueden ayudarnos a pensar mejor: caminar porque crea nuevas conexiones neuronales; escribir porque ayuda a reflexionar; leer porque mantiene el cerebro en forma y aumenta la empatía y la inteligencia; pasar tiempo a solas porque nos permite desconectar, centrarnos en nuestros pensamientos y estimular nuestra creatividad; tener un horario porque reduce el estrés, ayuda a definir objetivos y a evaluar nuestro día a día; darse algún que otro pequeño placer porque libera tensiones y energías negativas; descansar porque incrementa la productividad y mejora la atención; y dialogar porque nos sirve para poner a prueba y en claro nuestras ideas, ayuda a aprender a olvidar los prejuicios, a escuchar y a alcanzar resultados. Dicho esto, me permito proponer un plan de domingo al señor Casado. A las 8 de la mañana en pie para tomar un buen desayuno en compañía de un buen libro. Sobre las 10,00 horas, paseo en solitario. A las 13,00 horas, llegada la hora del aperitivo, un buen vino o cerveza, con o sin, o un vermú con un pincho de tortilla de Betanzos, melosa y de textura casi líquida, un auténtico placer para los sentidos. 14,30 horas, comida con amigos o con familia o con amigos y familia pero siempre con sobremesa. Luego siesta dominguera y una vez descansado, a poner negro sobre blanco las reflexiones, ideas o pensamientos del día. Y por supuesto, durante todo el día charlar, conversar, debatir, hablar con los demás y consigo mismo, dialogar. Sí, dialogar porque pensadores clásicos griegos, como Sócrates, ya consideraban que esta era la forma más adecuada de defender las ideas, de contrastarlas y de intentar llegar a una conclusión y Platón, con este mismo espíritu, utilizó el diálogo en sus obras como método para acercarse a la verdad. Claro, todo esto es por si lo que quiere el señor Casado es pensar mejor, si lo que quiere es crispar e incendiar, nada como ir el domingo a la Plaza de Colón de Madrid con sus compañeros de farra.
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