De manual

Hoy es 2 de marzo, en apenas 305 días habrá terminado el año. Aunque normalmente nos referimos a mitomanía como la tendencia a admirar exageradamente a personas o cosas, también es la tendencia morbosa a falsear la realidad para obtener alguna ventaja. Si nos fijamos en su etimología, procede de la palabra griega mythos, que el sofista Protágoras empleaba como opuesto a logos, es decir, la mera narración libre de pruebas frente a la narración que argumenta e intenta probar, y de manía, que documentado en Heródoto, Hipócrates y otros griegos de la antigüedad, significa furia, rabia, excitación, histeria, locura, demencia, compulsión, lo que ya nos da una pista de que cuando hablamos de mitomanía, clínicamente estamos hablando de un auténtico trastorno. Según los expertos las causas pueden ir desde la insatisfacción, la necesidad de engrandecimiento, una personalidad narcisista típica de personas superficiales, frívolas, inseguras, inconstantes e irresponsables, hasta la necesidad de afecto, aprobación o admiración a causa de una baja autoestima o, simplemente, querer llamar la atención. Algunas de la personas que padecen esta alteración mental especulativa llegan a admitir que mienten y otras nunca consiguen reconocerlo. Así, el impulso irresistible de inventar, la dependencia extrema del acto de engañar, la adicción a la falacia, vamos, mentir compulsivamente puede ser causa, síntoma y efecto de una enfermedad mental. Pues entonces sí, confirmado, efectivamente, lo de José María Aznar es patológico. De manual.

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