El curioso mundo de la ciencia


Hoy es 27 de septiembre, faltan 95 días para que termine el año y ya han pasado 270 desde que comenzó. Lo desconocía pero, a la vez, lo sospechaba. Tenían que existir los premios a las investigaciones más absurdas. Son los Premios IG Nobel. La idea, según sus organizadores, es premiar a científicos que “primero hagan reír y después hagan pensar”. Algunos de los estudios galardonados van desde cómo la toma de decisiones mejora con la vejiga llena, pasando por uno que no halló evidencias de que los bostezos sean contagiosos entre las tortugas de pies rojos (yo no sabía ni siquiera que bostezaran), hasta el que analizó el efecto de la ópera en ratones trasplantados de corazón. También nos encontramos con algunos que todos hemos querido saber y ninguno nos hemos atrevido a preguntar: ¿perjudica la salud leer en el retrete?; y otros que jamás de los jamases hubiera alcanzado nuestra curiosidad como ¿qué pasa si me trago una musaraña? Que nadie piense que se tratan de investigaciones menores carentes de rigor científico, de hecho, entre los premiados se encuentra algún Premio Nobel, de los de verdad, de los de los suecos. Como podéis imaginar, el campo de estudio es inagotable e inextinguible. Es más, yo misma, hace años concluí uno que demostró la coincidencia exacta, en décimas de segundo, de la duración de la siesta entre semana con la duración del documental de la 2. Siguiendo esta línea de investigación, hoy voy a comenzar un trabajo que prometo desarrollar en profundidad: ¿cómo influye el color de los calcetines y el largo de los pantalones en la intensidad de la siesta de los domingos?

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