Yo, Claudio


Hoy es 25 de enero, es el vigesimoquinto día del año y quedan 341 para que termine. El 25 de enero del año 41, en Roma, Italia, después de una noche de negociación, Claudio fue aceptado como emperador. Tiberio Claudio César Augusto Germánico demostró ser un administrador muy capaz y un gran promotor de obras públicas. Se preocupó especialmente del transporte y construyó canales y carreteras por toda Italia y las provincias. Incrementó la cantidad de tierra disponible para la agricultura. Puso particular atención en la forma de funcionamiento del sistema judicial para agilizarlo. Mostró interés personal por la legislación y decretó más de veinte edictos por día, desde consejos médicos a dictados morales. Derogó las leyes absurdas impuestas por su antecesor Calígula. Eximió a Troya del pago de impuestos. Rechazó aceptar de primeras todos los títulos de sus predecesores y prefirió ir ganándolos por méritos propios. Comenzó una reforma del Senado para que fuese más eficiente y representativo. Fue llamado por la ciudadanía Pater Patriae, padre de la patria, y Cives Servatos, salvador de los ciudadanos. A pesar de ser considerado tonto, incluso por su propia madre, a pesar de las burlas, de sus complejos y de su inexperiencia, resultó ser, junto con Trajano, Adriano y Marco Aurelio, uno de los gobernantes más brillantes del Imperio Romano. Mil novecientos setenta y cinco años después, en Madrid, España, el rey Felipe VI abre otra ronda de contactos con los portavoces parlamentarios, mientras continúan las negociaciones entre los diferentes partidos y formaciones, para ver si hay alguien que quiera y pueda ocupar el puesto de Presidente y formar gobierno. Por favor, abstenerse los Calígulas, Nerones y Tiberios y también los patriotas y salvapatrias de pacotilla.

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