Salud Pública

Hoy es 7 de abril. Quedan 268 días para finalizar el año. Hoy celebramos el Día Mundial de la Salud en medio de una pandemia y de una crisis sanitaria que afectan a todo el Mundo. Esta extrema circunstancia debería servirnos para hacer una defensa sin paliativos de la Salud Pública como obligación y responsabilidad que tienen los estados, los gobiernos y la ciudadanía de protección de este derecho esencial, individual, colectivo y comunitario. Qué mejor momento para desenmascarar a quienes dicen abogar y amparar un Sistema Sanitario Público eficiente y de calidad al tiempo que defienden y prometen la desaparición y la bajada de impuestos; o a quienes evaden sus obligaciones reales con la Hacienda pública a través de paraísos fiscales o a quienes convierten comunidades autónomas en nirvanas tributarios de grandes fortunas. Porque la Sanidad Pública hay que pagarla, porque hay que dotarla de medios técnicos y humanos suficientes y de calidad, porque hay que invertir en ciencia y en investigación, porque hay que pagar, y pagar bien, al personal sanitario, sí, a ese que hoy aplaudimos tan merecidamente desde nuestros balcones pero que muchos insultaron y despreciaron en su día cuando en forma de marea blanca llenaron las calles de nuestras ciudades para denunciar la desestabilización del sistema, las privatizaciones y los recortes llevados a cabo por los diferentes gobiernos de la derecha. Sí, muchos y muchas de los que hoy ensalzan la loable profesionalidad de nuestros sanitarios son los mismos que hace 8 años hablaban de ellos como “¡chusma pagada para montar follón!”. Hoy más que nunca es evidente que la Salud es una inversión, no es un gasto y, desde luego, nunca puede ser un negocio. En nuestras manos está exigírselo a nuestros políticos. Algo deberíamos aprender de esta emergencia sanitaria, la Salud ni se puede comprar ni se puede vender.

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