Una gran lección

Hoy es 30 de abril. Quedan 245 días para finalizar el año. Ayer la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, nos dio una gran lección en el pleno extraordinario celebrado en el parlamento autonómico para explicar la gestión de su gobierno en la crisis del coronavirus. Así es, Ayuso fue un gran ejemplo, un ejemplo de lo que nunca ha de ser la política. Su discurso se convirtió en un catálogo exhaustivo de malas prácticas en el arte de gobernar, un manual de referencia para el análisis del despropósito político, un compendio de conductas indeseables, despreciables y reprochables de una servidora pública. No me cabe duda de que su intervención se estudiará en las facultades de Ciencia Política como paradigma de lo que nunca debe hacer quien ejerce la dirección de una colectividad y como antítesis de la gobernabilidad, entendida como la coordinación, la colaboración y el entendimiento necesarios en toda acción política. Así fue, ni un ápice de responsabilidad, de discernimiento, de sensatez, de reflexión, de lucidez, de cordura, de compromiso, de raciocinio, de consistencia, nada, tal y como debe ser cualquier discurso furibundo, delirante y bochornoso que se precie. También es verdad que el haber tenido que superar una cuarentena ella sola, encerrada consigo misma, hora tras hora, día tras día y noche tras noche, dándole a lo que quiera que sea lo que tiene dentro de su cabeza, antes o después, tenía que pasarle factura. Y a nosotros también. Espero que aprendamos la lección.

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