Por humanidad

Es 19 de marzo, cuando pasen 287 días habrá terminado el año. A pesar de lo que diga el saber popular, hoy he decidido coger la sartén por el mango para reivindicar, con el permiso, no de paternidad pero sí de todos los padres, el derecho de todo el mundo a comer huevos, de los que lo son y de los que no lo son o no quieren serlo y, por supuesto, de las que nunca, por motivos evidentes, lo seremos, queramos o no. No sé si las convenciones internacionales dicen algo al respecto, pero a nadie debería podérsele privar del placer de degustar un huevo frito bien hecho, con esa yema líquida pero cremosa, esa clara brillante y perfectamente cuajada y esos bordes ligeramente dorados; en definitiva, un huevo frito, como dice el saber popular, de toma pan y moja. Así es la sabiduría del pueblo, unas veces muy sabia, otras muy cruel. No es una cuestión de paternidad, es de humanidad.

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