Luces y sombras

Es 1 de noviembre, cuando pasen 60 días habrá terminado el año. Aunque ayer fue el Día Mundial de las Ciudades, o justo por eso, como también fue el Día Mundial del Ahorro, quise ahorrarme el disgusto de tener que hablar de lo que está haciendo el popular, al mismo tiempo que impopular, José Luis Martínez Almeida con una de las mejores ciudades del mundo. Vuelta a los atascos y a la contaminación conduciendo en dirección contraria en la lucha contra el cambio climático; ola de privatizaciones, unas descaradas y otras encubiertas, en detrimento de servicios públicos de calidad; tiempos de espera de más de veinte minutos en los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes; renuncia a recurrir la sentencia sobre la venta de viviendas públicas a fondos buitre por parte de Ana Botella; contratación en el Ayuntamiento de sus compañeros y compañeras de partido que se quedaron en la calle tras la debacle del PP en las pasadas elecciones generales; adjudicación de la asistencia jurídica gratuita a un abogado del sindicato ultraderechista “Manos Limpias”; sumisión a Vox en lo relativo a la violencia de género; bochorno generalizado en cada una de sus apariciones e intervenciones públicas… y lo último, ha decidido iniciar un absurdo y estúpido pique con el alcalde de Vigo sobre quién de los dos tiene el alumbrado navideño más grande. Lo dije en su día, lo sigo diciendo hoy y lo seguiré repitiendo, si hace falta, con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera, Madrid no necesita más luces de Navidad, lo que necesita es un alcalde con más luces. Menos mal que, a pesar de Manzanos, Gallardones, Botellas y Almeidas, Madrid sigue siendo una de las pocas ciudades del mundo desde la que se va directamente al cielo.

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