Comerte el tarro

Hoy es 15 de enero. Si no fuera bisiesto, quedarían 350 días para finalizar el año, pero como lo es, quedan 351. Como nunca se sabe si vas a necesitar un santo o una santa, repasando el santoral me he encontrado con que hoy es San Potito. Como era de esperar, fue un cristiano torturado y martirizado hasta la muerte en el siglo II. Las torturas que recibió han sido descritas por algunas fuentes de forma muy explícita: “Primero fue golpeado con látigos y luego suspendido en el potro. Por orden del emperador, fue desgarrado y sus partes fritas en una sartén en plomo fundido. Después fue empalado en una barra de hierro, se le cortó la lengua, se le quitaron los ojos y se le arrancó del todo la cabeza”. Tras un arduo trabajo de documentación, esta detallada crónica del martirio en la que resulta incuestionable que San Potito acabó lo que se dice literalmente hecho puré es la única relación que he encontrado entre el santo y el alimento preparado, triturado, envasado y herméticamente cerrado, para niños y niñas de corta edad que recibe su nombre. Eso y que, en este caso, tanto la Iglesia como la industria alimentaria, tratan de comerte el tarro o de que te lo comas.

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